jueves, 3 de mayo de 2012

VOY A MISA


Suenan las campanas ensordecen y nublan la mente, pero nadie más las oye.

Como cada día, el rito religioso obsesivo de la perversión me quema la piel, mis labios expulsan algún tipo de sonido, pero ni yo sé lo que quieren decir.

Carga mi cruz, y después quémala en un lugar que quede lejos de la luz, que ya estoy uniformado en sangre, y ella me espera. Puntual a las 12:00 comienza la misa inaugurando la madrugada, la iglesia está cerrada, señal obligada de mi entrada.

En la calle solo algunos perros se atreven a mirarme, porque no hay nadie más,  y la estruendosa dosis de metal me revuela las orejas, la pintura facial se va deformando y ahora sí, me encuentro decente para celebrar.

Aquí no se entra por la puerta, tienes que reptar y ganar, pero ya adentro la naturaleza se va tiñendo de olor y figuras deformadas de lo que en el día son santos y deidades.

Camino con arrogancia y demasiada confianza hacia los caminos cerrados y las piernas abiertas, la monja de noche ya se sonríe.

Voy a misa, y no lamento decir mis oraciones mientras horrorizados los nuevos sacerdotes nos observan presumir nuestra animalidad.

                                                                                     VICTOR NEKRO

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