Se
escucha un desgarre,
es la
piel que muto en las noches a tu lado,
un
goteo, un campaneo, una palabra acortada por los jadeos,
una
ilusión que es húmeda, una promesa que late, que advierte estallar.
Que
necio y callado es este deseo,
Esta
lengua voraz mía que le llama,
Nos
enloquecemos hablándonos tonterías al oído,
Me
penetra la duda de las mañanas.
Ya los
ojos amantes están ciegos,
Solo
nos quedan estas manos que inocentemente han pecado,
Se
posan tus dedos sobre esta imagen que vierto en mi cabeza,
Las
piernas se me tensan, mi garganta aguarda el momento de asfixiarse contigo.
Un
torbellino de recuerdos falsos,
Un beso
culpable, pasión que se escurre de tu ombligo al mío,
El eco
de las ropas roídas por las miradas,
Un
breve quejido, un crujido, un Dios que lo mira todo y me enloquece.
Siluetas
imperfectas que se funden,
El
corazón no ha parado de golpear nuestros pechos ya desnudos,
Un
desliz, una suplica colateral del olvido,
Es
entre el vaivén de tus gemidos y los míos, donde encuentro que te amo.
Ingrid Rohe.