Constante
es la primitiva necesidad de fastidiar,
ya
te llevaste mis ojos, porque no soportabas la culpa,
el
iris fijo parecía quemarte el orgullo.
Ya
me cortaste los labios, porque sin decir una palabra
la
triste sonrisa te provocaba, no sostenías la fachada,
la
cara se te cayó a pedazos, mi mandíbula celebra.
Te
robaste la vida, detuviste el rojo, que fluía,
Iluminando
mi cuerpo cuando la emoción ganaba.
Pero
me dejaste los brazos, me dejaste una opción,
que
desde abajo noche a noche te profanaré con ellos,
tocando
aquella triste canción.
VICTOR NEKRO