Es el recurso más básico, el último metro de esperanza para los que creen en lo artificial de la justicia o el karma, digamos que más allá del castigo y de los dioses está la propia culpa.
Mi rostro no se siente caliente, mis piernas no pretenden correr, no hay respuesta inmediata-emocional, sola la posterior y fría que me provoca el gesto de orgullo, de tranquilidad.
Ya no puedo vagar más allá del pabellón, ya los juicios y condenas perdieron el sentido del tiempo cuando sabes que no saldrás, que cada día es igual y que el mundo se ha olvidado de ti.
Ya no recuerdo si soy viejo o joven, si baile, si perdí, o si alguna vez mis lágrimas tuvieron un dejo de sinceridad. Pero me acuerdo sin vacilar que antes de que te robara la vida, con una macabra confianza le prometiste a tu Dios que la culpa me comería desde adentro, y tuviste razón, pero es la culpa del descarado, del sociópata, que a final de cuentas carcome pero no duele, no trasciende, no me interesa.
VICTOR NEKRO
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