Mis
dedos, el cuello, tómalos al fin y al cabo se congelarían esperando a los
otros. Llévate el ojo, el brazo y las rodillas, pero déjame el ojo y el brazo
izquierdo que desde arriba se mire el lado siniestro.
Te regalo
la médula y la espina, ya no quiero ni puedo caminar. Cómete los sueños, las
uñas, pero déjame las pesadillas, y pelearé por las garras.
De la
sangre si es que algo queda, permite que le de forma a lo que fue un cuerpo
completo ya después cuando se vea morada en la noche es tuya también.
A cambio,
regálame ser tú por este momento, quiero ver la pieza que fui, mientras
árboles, caballos y nubes choquen alrededor, el cuervo de las razones
apestosas, de los lugares sin nombre y del final inesperado. Ahora me mira, me
miro, trozos de ligamento y algo de sonido queriendo realizar algún gesto.
Momento
presente que al terminar de leerse es pasado. El fragmento quedó postrado en el
césped con menos de la mitad, pero dibuja de forma encantadora un algo que ya
inmóvil sonríe, sin lengua y con la dentadura destrozada, pero sonríe.
VICTOR NEKRO.
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