Una
vida fue tomada a mitad de un grito
durante
la velada de los espectros;
y
manchas negras comieron de él
e
hicieron rondas y vuelos.
Fue
la vida del hombre santo, el que tocaba las campanas,
el
casto, el hombre de los rosarios y las plegarias.
Sin
prisa las manchas bebieron sus jugos
y
pelearon entre si por el trozo más grande,
sin
sentir el mínimo temor por los altares
y
la cruz que pendía en su cuello.
Cantado
una vez el tétrico himno,
volvieron
a morar bajo su cama, donde él juraba…
¡que no había nada!
ALEQS GARRIGÓZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario