Inunda, e
inmunda democracia de ruido, destazando, rezando por los cielos negros y llegó
el hombre del ojo morado. Tiempo de beber algo que parezca vino.
En el
suelo y las paciencias de cabellos fieros, cuervos en la piedra atacando ecos,
secos los tambores que terminan sueños, parpadeos y conventos de las monjas en
celo.
Perro
flaco, perro ciego, que olfateas sin viento.
Es el
perro sentido de saberse preso, de tronar cada hueso y de rematar.
Un día
entré por fin, que frío hace afuera ¿no?, y me contestó: Es que estabas muerto,
cierra la puerta.
VICTOR NEKRO
Pobre perro ojala alguien lo haya ayudado.
ResponderEliminarTriste
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