Es una
leve melancolía,
una
respiración que se acorta por los
sollozos
de la madrugada,
la
parálisis de estos brazos que te buscan
es
alarmante, me hace falta tu impertinencia,
tu
altivez, tu deseo siempre hiriente.
Le tengo
lastima a este corazón inútil,
le odio,
le quisiera ver muerto,
el
problema es que en ciertas ocasiones
se
asoma, me sonríe,
me pide
perdón y yo le recibo de nuevo,
sabiendo
que ya ni siquiera es todo mío.
Me caga
este sufrimiento vano que se me
carga en
la espalda,
estoy
siempre buscando terminar con
esta ira
que oculta mi tristeza,
buscaré
una pistola y me la pondré directo en la
cabeza,
pero no estoy segura si esta mano
ilusionada
por tocarte se atreva.
Me da
miedo la noche,
pero me
aterroriza la idea de despertar en esta
cama
vacía de mi, llena de tu presencia,
ya no
quiero que esta maldita lengua me
traicione
en mis sueños, voy a exigirle a tu Dios,
que ya
no me susurre tu nombre mientras duermo.
Ingrid
Rohe.
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