Sobre un campo de estériles canales,
más abandonado que un nacimiento,
ostenta su crucifixión
un tosco espantapájaros.
Viste mezclilla rota y percudida,
camisa pobre con remiendos,
rescatada de no se qué basural;
y aunque le han dibujado una sonrisa
su aspecto es más bien tristísimo, pero noble,
como el de esos niños obligados a asistir disfrazados
a un festival escolar.
Lleva por ojos dos botones enormes, impares;
y su cabeza rellena de paja.
Y aunque se crea omnipresente,
poderoso en su misión de salvaguardar la vida,
el tesoro del maíz dorado, el verdor,
las espigas alargándose hasta acuchillar el cielo,
a sus espaldas burlones pájaros ríen
defecando sobre él.
Siento infinita ternura al mirarlo.
Es como si contemplara mi ayer,
mi adolescencia en trapo y palo.
ALEQS GARRIGOZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario