Por: Ignacio Vargas Hernández.
Sentado bajo el resplandor de un lámpara,
Ya hacÃa el escritor esperando una inspiración,
Las horas pasaban e intentaba encontrar una lÃnea la cual
escribir.
La noche empezó a ser más pesada,
Y el escritor seguÃa esperando,
Entre más pensaba, menos podÃa crear algo que le llenara
el alma.
El escritor buscaba en lo más profundo se su pensamiento,
Algo que le motivara, pero no encontró nada.
La inspiración se habÃa marchado,
Como la última vez que suspiró por alguien.
La decepción y la desesperación lo invadieron,
A grado tal, qué comenzó a sufrir los ataques de viejos
recuerdos,
Aquellos que lo hicieron sufrir, por las penas de amores
que se fueron,
Y sentado en su silla, comenzó a escribir,
Se pasó horas redactando cada uno de los sucesos,
Expresando poéticamente los sufrimientos que le hicieron
daño,
Pero a la vez, recordando como cada amor que pasó,
Fue dejándole más felicidad que remordimientos,
Y el escritor se sintió contento,
Porque después de cierto tiempo, comenzó a escribir
Este pequeño pero significativo, documento,
Que hoy les vino a compartir.
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