jueves, 12 de enero de 2012

OBSERVACIÓN DE AVES


Cuando las aves orientan su fuga al poniente,
el alma siente un no sé qué
y con alas al aire quisiera ir también.
Volar. Dejar atrás la espesa multitud,
el humo asfixiante de la creciente ciudad,
el grillete de las obligaciones.
Dejarlo todo...
como se deja nada.
Volar. Batir los cielos con poder de águilas,
cortar el horizonte en maniobra espectacular.
Sólo por sentir...
lo que se siente.

Nosotros somos especie de cautiverio;
enloquecemos de encierro.
Permanecemos.

Las aves por nacimiento saben sobrevivir.
Cuando emigran a continentes lejanos
el camino sin marca conocen las crías al regresar.
Nosotros intentamos aprender;
olvidamos.

No tenemos más memoria que la palabra torpe,
oscura, inexacta.

                                                            ALEQS GARRIGOZ

 

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